Vivimos en una mentira cuando desfiguramos la realidad de nuestra experiencia o la verdad de nuestro ser.
La buena autoestima exige coherencia, lo cual significa que el sí-mismo interior y el sí-mismo que se ofrece al mundo deben concordar.
Si elijo falsear la realidad de mi persona, lo hago para engañar la conciencia de los otros (y también a la mía propia). Lo hago porque considero inaceptable lo que soy. Valoro cualquier idea de otro por encima de mi propio conocimiento de la verdad. Mi castigo es que atravieso la vida con la atormentada sensación de ser un impostor.
Tómese unos minutos para sentarse solo y tranquilo, y meditar sobre las mentiras que está viviendo en la actualidad. No se haga ningún reproche; el objetivo de este ejercicio no es despertar la culpa sino lograr más claridad y autocomprensión, como paso previo a una mayor autenticidad de su ser.
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